“… les une el amor y la pasión incondicional por las palabras, esa pasión incomprensible para quien no ejerce este viejo oficio de acuñador de letras…”
Soledad Serrano, prologuista de la Antología de Poesía en Sidecar, definía de esa manera a “un grupo de amigos que no tienen nada en común”.
El Viernes, 18 de Noviembre nos reunimos en el Centro Cultural Gabriel Celaya de San Fernando de Henares para, una vez más, demostrar que los 7 poetas que forman este grupo son distintos e inimitables.
Hizo frio y llovía. Pero el público nos dio el calor suficiente para que no dejásemos de disfrutar ni un solo minuto de la hora aproximada que duró el recital. Rieron con nosotros, aplaudieron con ganas cuando los momentos lo requerían y tomamos luego unos vinos para completar la magia de la tarde.
Y esa magia se hizo a base de versos como estos:
“Aquí donde me veis hoy no he venido……
Este de aquí sólo es carcasa,
recalentadas sobras para carnaza del día:
sigo secuestrado por el lunes.”
Luis Miguel Rodrigo nos hizo temblar de nuevo con su empaque duro y sincero. Solo que esta vez sus manos obedecieron a la palabra, acompañándola en la expresión, matizando con el gesto lo rotundo de una poesía que a nadie deja indiferente. Como pudimos comprobar en esos otros versos suyos, urbanos, que nos ilustran sobre ese Madrid que, según él, sí tiene mar: “Se puede vislumbrar un oleaje
en el temblor ondulatorio
que muestran las cortinas
cuando el aire nocturno las sacude.
Para encontrar agua salada
llorar se hace imprescindible;… “
Pues bien, Luismi se montó en el Sidecar con Rosa Jimena: ¡menuda pareja! Porque si la voz de él es tal como la he descrito, la de Rosa se desgarra cuando su poesía se vuelve “maltratada” y nos habla de la violencia de género. Sus versos:
“Mujeres de cualquier edad o sexo
Autoposemos para quien nos pinta. Auto cosámonos la boca.
Auto hagámonos el amor
y autocreamos en el placer de hacerlo.
…Auto murámonos
y auto entendamos
que el fin no mereció la pena.”
Son un buen ejemplo de ello. Pero Rosa tiene más registros. Sabe escribir poemas de amor de una manera realmente brillante. Incluso es capaz de hacer incursiones en lo clásico, como en este Soneto que resuelve brillantemente:
“…Podría haberle amado impunemente
girar con él a ritmo de gramolas;
volver la cara y encontrarle a solas y así dejar al mundo que se ausente.
Mas olvidé la leyes del reproche
y es materia tan poco apetecible
que no es para estudiarla cada noche.…”
En este sidecar caben todos los colores. El rojo del pelo de Marina Tapia es siempre una bandera viva que grita por Chile, y su Valparaiso natal. En este recital nos traía voces de su pasado en la boca de su padre:
“Mi padre nos decía:
si tienes vocación de ola y cielo abierto,
si naciste en la fuerza
del tiempo que se abría en la ventana,
ajeno a las murallas
de esa playa perdida
al surdel mundo…”
Pero juro que también se dejó la piel de lo más profundo en otros poemas. Dijo, con esa voz mujer que nada oculta, versos tan impresionantes como estos:
“…Dejaron ya el letargo mis pezones.
Me han dicho de un fulgor entre los pliegues,
que sol entró a la casa de la piel..:”
María García Zambrano estuvo magistral, indudablemente con factores muy importantes a su favor: sus padres, desde Jerez de la Frontera nada menos, habían venido a Madrid para escucharle poemas y risas (que a ella nunca le falta de esto último). Y les hizo el honor que sin duda merecen con versos así:
“Mi madre llega
y espantala muerte con sus dedos…” O, así: “Mi padre sueña con la mudez de las flores. Las escucha,Irremediablemente las alimenta…”
María es sincera hasta el taconcillo de sus botas. Por eso uno de los poemas que más me caló de todo lo bueno que leyó, fue ese que dice:
“… No tengo un amor cortés de vasallaje,
mas me conformo,
no me importa amanecer temprano y contemplar sus ojos…”
En cambio, nuestro anfitrión, Jesús Arroyo, no es que no sea sincero, no: es que es tan todo corazón que se atraganta de versos sentidos hasta las lágrimas. Si: hasta las lágrimas.
“Si reposan tus huellas en mi cuerpo, quisiera lavarme con esponjas de amnesia
e impedir que florezcan en la aurora de esta vida inédita,
tal vez indiferente…”
Hay otros poemas de Jesús que, no por más sabidos, son menos emocionantes. A mí, personalmente, siempre me han gustado estos versos:
“Volará con el viento la servilleta de hilo azabache
que posabas en tu muslo degustado. No volverán cucharas cambiadas de boca,
con heladoni el cava de una copa señalando tus senos.”
¿Y que puedo decir de Ángeles Fernangómez? Ella es la fuerza en persona y, también, el decir más expresivo. Sabe ser grupo y sola. Juntos leímos y cantamos esos versos suyos que hablan a la luna:
“No pude resistirme y…¡la miré!
Su guiño me caló en el alma,
y seguí jugando a lo que había empezado ya,…” Y ya, sola, nos enmudeció con estos versos, que bien valieron toda una tarde de lluvia:
“Rugía el agua en línea con el viento,
rosas ácidasbrotaban por la raya de mi pelocomo quien pare por arriba un niño triste.”
Y, en fin, este pobre cronista de nuestro Sidecar; poeta adoptado entre los poetas de verdad, que vino diciendo sus versos y habló con los unos y los otros, y se paró en el control de sonido e, incluso, prometió al poeta local que nos acompañaba y al Concejal de Cultura, que volveríamos alguna otra tarde sol, para decir más versos. Porque San Fernando de Henares nos dio la mejor de las acogidas y bien merece otras tardes de poemas.
“Me dices que te vas y soy tan sordo
que entablo una amistad con la cigarra, le pido que me cante; no me entero del polvo que levantan tus ojos que se alejan al galope.”
Nos vemos en el Café Libertad 8, el día 12 de Enero, para la continuación del ciclo POESIA EN SIDECAR